"Hoy ante tu cruz postrado, ¡oh Malverde! te pido misericordia y que alivies mi dolor", dice la oración que ya se puede leer al pie del altar ubicado en una carretera cercana a Los Cabos.
El altar, de unos dos metros de ancho y uno de largo, es construido por manos anónimas de manera rudimentaria a unos 20 kilómetros de este destino turístico, pero ya cuenta con la imagen del santo al que se encomiendan los narcotraficantes mexicanos.
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Sin embargo, Fernando González, procurador General de Justicia del estado, negó que la cultura del narcotráfico haya contaminado a la entidad. "Baja California Sur es afortunadamente la única entidad exenta de ejecuciones y secuestros" en lo que va del 2008, dijo González a la prensa local.
Jesús Malverde, cuenta la leyenda, fue un ladrón nacido en 1870 en Culiacán, capital de Sinaloa (noroeste), que se dedicó a robar a los ricos para dárselo a los pobres y murió ahorcado en 1909.
Una pequeña capilla fue construida en su honor en Culiacán, donde nacieron varios capos del tráfico de drogas, muy cerca del palacio de gobierno estatal donde acuden narcotraficantes y delincuentes para pedirle que les conceda milagros.
El santo Malverde no es reconocido por la Iglesia Católica.
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