MUERE DE 197 BALAZOS
EL DEBATE de Los Mochis. Vestidos con ropa militar, encapuchados y con una estrategia de ataque con rifles de alto poder bien diseñada, un grupo de pistoleros asesinó a balazos a un integrante de una célula rival al salir con una joven de un gimnasio en el sector Fátima.
A un lado del cuerpo sin vida quedó una pistola 38 súper y una mochila en donde se encontró una granada de fragmentación.
En la misma mochila que traía el sujeto se hallaron cuatro cargadores de repuesto para la pistola y una considerable cantidad de dinero.
Los domicilios y una camioneta estacionada en uno de estos fueron alcanzados por las balas.
Identidad. El asesinado resultó ser Carlos Ricardo Romo Briseño, (a) "El Ricki", de 33 años, con domicilio en la calle Higuera número 1161 de la colonia Stase.
Los hechos ocurrieron ayer a las 11:00 horas en la calle Alfonso Cano, entre la calle Ángel Flores y Vicente Guerrero.
Ahí, Carlos Ricardo estacionó el automóvil SRT, color negro, y se introdujo al gimnasio Health Muscle Fitness para después salir acompañado de una joven, luego de concluir con sus ejercicios. La joven se subió al auto y cuando Carlos Ricardo iba a hacer lo mismo observó que varios sujetos cruzaron sus camionetas en la calle y descendieron vestidos de militar, encapuchados y portando rifles AK-47.
Una de las camionetas la atravesaron en la calle Ángel Flores e interrumpieron el tráfico vehicular. Tomaron el control del área.
El atentado. En cuanto los vio, el joven corrió al poniente por la banqueta norte de la calle Alfonso Cano.
Los individuos empezaron a dispararle con los rifles AK-47, de los cuernos de chivo. Y lo hicieron hasta que cayó en la banqueta frente a una casa, a unos 100 metros, casi a la mitad de la calle Ángel Flores y Guerrero.
A la joven, que ya estaba en el interior del vehículo, los gatilleros le ordenaron que no se bajara.
Por la evidencia encontrada, el sujeto sacó la pistola 38 súper corriendo pero no la accionó porque fue cosido a balazos.
El arma quedó en el piso con el cargador tirado y la mochila junto al cuerpo ensangrentado.
El remate. Unos gatilleros se acercaron y le siguieron disparando a mansalva. En una palabra: lo remataron. Los impactos de bala lo destrozaron.
Carlos Ricardo no tenía salvación. Y es que otros individuos le salieron por el lado de la calle Vicente Guerrero. Lo cercaron.
Tras el atentado, los individuos se subieron a las camionetas, dos de ellas de color blanca y una gris, y se dieron a la fuga por la calle Ángel Flores al norte. La balacera dejó aterrados a los empleados de los negocios del área y ni se diga a los asistentes y empleados del gimnasio.
A los dos o tres minutos llegaron los elementos de la Unidad de Modelo de Investigación Policial (UMIP) y los agentes preventivos y ministeriales. También, elementos del 89 Batallón de Infantería y de la Agencia Federal de Investigaciones. Cerraron la calle, que se llenó de curiosos tras que escucharon los balazos a varias cuadras a la redonda. Los vecinos salieron y se dieron cuenta de los impactos de bala en las paredes de sus casas. Una camioneta estacionada en la cochera de uno de los domicilios fue alcanzada en el vidrio trasero por las balas.
El hallazgo. Los peritos y el agente del Ministerio Público realizaron las diligencias. En la mochila que traía Carlos Ricardo hallaron la granada y el dinero.
El atentado se dio un día después de que el jefe del 89 Batallón de Infantería, Horacio Montoya, dijo que no había delincuencia organizada y que a los narcomenudistas le daría hasta con la cubeta.
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