El Coronel espera en vano una pensión que nunca llega. Todos los viernes se pone su único traje para ir al muelle y aguardar la carta que anuncie la llegada de su dinero. El pueblo entero sabe que esta carta nunca llegará. Lo sabe su mujer y lo sabe él mismo. Pero el Coronel sigue esperando, rumiando su dolor por la muerte de su hijo y cuidando a un gallo tan viejo y cansado como él.
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