En todas y en cada una de las operaciones japonesas durante la segunda guerra chino-japonesa (1937-1945) hubo miles y miles de hombres y mujeres que fueron torturadas, violadas y asesinadas.
Las atrocidades continuaron durante toda la guerra, pero fueron leves, en muchos sentidos, en comparación con lo que pasó en la Unidad 731, ubicado en Pingfan, Manchuria, en las afueras de la ciudad de Harbin. El general Shiro Ishii fue puesto al mando del lugar que los japoneses llamaron Unidad de prevención de epidemias y suministro de agua de la Unidad del Ejército de Kwantung. En realidad era un campo de muerte.
La Unidad 731 tuvo un complejo de 150 edificios. Una parte de este compuesto, Ro bloque, se reservó para los experimentos con prisioneros humanos vivos. Los prisioneros eran llevados y utilizados como conejillos de indias. A hombres, mujeres y niños asiáticos y caucásicos se les llamaban "Maruta", que significa "troncos de madera".
Los prisioneros de guerra fueron sometidos a vivisección sin anestesia
Las vivisecciones fueron realizadas a prisioneros infectados con diversas enfermedades. Los científicos llevaron a cabo cirugía invasiva en los cautivos, eliminando órganos para estudiar los efectos de la enfermedad sobre el cuerpo humano. Estas fueron practicadas mientras los pacientes estaban vivos, porque se creía que el proceso de descomposición afectaría los resultados. Entre los presos infectados y viviseccionados se encontraban hombres, mujeres, niños y lactantes. Las vivisecciones fueron también perpetradas en mujeres embarazadas, algunas veces preñadas por los mismos doctores, y los fetos eran extraídos. Las extremidades de los prisioneros eran amputadas con el fin de estudiar la pérdida de sangre. Estos miembros quitados fueron algunas veces vueltos a unir del lado contrario del cuerpo. Otras veces las extremidades de los prisioneros eran congeladas y amputadas, mientras otros miembros eran congelados y después descongelados para analizar los efectos de la gangrena y la putrefacción resultantes sin tratamiento. A algunos prisioneros se les extrajo quirúrgicamente el estómago y se les ligó el esófago a los intestinos. Partes del cerebro, pulmones, hígado, etc., fueron extirpadas de algunos prisioneros.
Algunos prisioneros fueron deliberadamente infectados con: el cólera, la fiebre tifoidea, el ántrax, la peste, la sífilis. Otros fueron cortados mientras se encontraban aún con vida para ver lo que sucedía en las etapas sucesivas de la fiebre hemorrágica. A otros se les extrajo su sangre y se sustituyo con sangre de caballo. Muchos otros fueron muertos a tiros, quemados con lanzallamas, volados con explosivos y dejados para que desarrollaran gangrena, bombardeados con dosis letales de rayos X, Algunos prisioneros fueron colgados cabeza abajo para observar cuánto tiempo les tomaría asfixiarse. A otros les fue inyectado aire en las arterias para determinar el tiempo que tardaban en mostrar los síntomas iniciales de una embolia. A algunos cautivos se les inyectó orina de caballo dentro de sus riñones. Otros fueron privados de alimentos y agua para precisar la duración de tiempo hasta la muerte. Otros presos fueron situados dentro de cámaras de vacío hasta que morían. Otros tantos fueron expuestos a temperaturas extremas desarrollando congelamiento, siendo analizado cuánto duraba el cuerpo humano sobreviviendo con tal tormento, además de determinar los efectos de la putrefacción y la gangrena sobre la carne humana. Algunos experimentos fueron realizados para definir la relación entre la temperatura, quemaduras y supervivencia humana. Unos cuantos prisioneros fueron puestos dentro de centrífugas, haciéndolos girar hasta morir. En cámaras de gases fueron probadas varias armas químicas, usando siempre personas. Fueron inyectadas burbujas de aire en el flujo sanguíneo de otros prisioneros para simular una apoplejía. También se inyectó agua de mar en otros tantos cautivos para determinar si podía servir como sustituto de la solución salina.
Dos presos fueron puestos en una dieta de agua y galletas y luego trabajaron sin descanso, caminando por el complejo cargado sacos de arena de veinte kilos en la espalda hasta que uno cayó muerto. Uno duró más tiempo que el otro - alrededor de dos meses-. Esto se supone que era una investigación sobre la desnutrición.
De todos los miles de prisioneros de guerra a la Unidad 731, ni un solo prisionero sobrevivió. Hasta el último hombre fue sacrificado. También es un hecho que los japoneses tenían planeado masacrar a toda la población reclusa en caso de que su territorio fuera invadido.
Muchos de los científicos implicados en el escuadrón 731, continuaron con sus prominentes carreras en política, educación, negocios y medicina. Algunos fueron arrestados por las fuerzas soviéticas y procesados en los juicios sobre crímenes de guerra de Jabarovsk; otros que se rindieron a los estadounidenses, les fue otorgada amnistía a cambio de acceder a la información recopilada por estos.
Debido a su brutalidad, las acciones del escuadrón 731 han sido hoy en día, enunciadas por las Naciones Unidas como crímenes de guerra.
Las operaciones y los experimentos continuaron hasta el final de la guerra. Shiro Ishii tenía el deseo de utilizar las armas biológicas en el conflicto del Pacífico desde mayo de 1944, pero sus tentativas fracasaron en varias ocasiones por la pobre formulación de planes y la intervención aliada. Con la invasión rusa de Manchukuo y Mengjiang en agosto de 1945, la unidad tuvo que abandonar su trabajo de prisa. Los miembros y sus familias huyeron a través de Manchuria y China para volver a Japón.
Ishii ordenó a cada integrante del grupo a “llevar el secreto hasta la tumba,” amenazando con encontrarles si fallaban e impidiendo a cualquiera que trabajase en puestos públicos en Japón. Frascos con cianuro de potasio fueron repartidos para emplearse en caso de que capturaran al personal restante.
Los encargados de confianza de las tropas japonesas de Ishii dinamitaron las instalaciones en los días finales de la guerra para destruir la evidencia de sus actividades, pero la mayoría estaban tan bien construidas que sobrevivieron un tanto indemnes, quedando como testimonio de lo que sucedió allí.
Después de que Japón se rindiera a los aliados en 1945, Douglas MacArthur se convirtió en comandante supremo de las fuerzas aliadas, reconstruyendo Japón durante la ocupación aliada.
Al final de la guerra, este concedió secretamente inmunidad a los médicos del escuadrón 731 a cambio de proveer a los Estados Unidos sus datos de investigación sobre la guerra biológica. Los Estados Unidos creían que los datos de la investigación tenían valor porque los aliados nunca procesaron o condenaron públicamente tales experimentos en los seres humanos, debido a la aversión moral y política. Los EEUU. Tampoco desearon que otras naciones, como la Unión Soviética, adquirieran los datos sobre armas biológicas, sin mencionar las ventajas militares de tal investigación.
El Tribunal de los crímenes de guerra de Tokio se había enterado solamente a través de una referencia sobre los experimentos japoneses con los “sueros infectados” en civiles chinos. Esto ocurrió en agosto de 1946 y fue denunciado por David Sutton, ayudante del fiscal chino.
El consejero japonés de defensa Michael Levin argumentó que la acusación fue vaga y sin corroboración, siendo anulada por el presidente del tribunal, William Webb, por la carencia de evidencias. El tema no fue investigado más allá por Sutton, que estaba probablemente enterado de las actividades del escuadrón 731. Se cree que su referencia a esto en el juicio pudo haber sido accidental.
El juicio de los autores japoneses que fueron capturados fue llevado a cabo en la ciudad de Jabarovsk, en el Extremo Oriente ruso cerca de la frontera con China nor-oriental, en diciembre de 1949. Una transcripción parcial muy larga de los procedimientos del juicio fue publicada en diversos lenguajes el año siguiente por una agencia periodística moscovita en idiomas extranjeros, incluyendo una edición en inglés: Materials on the Trial of Former Servicemen of the Japanese Army Charged with Manufacturing and Employing Bacteriological Weapons (Moscow: Foreign Languages Publishing House, 1950). Este libro sigue siendo un recurso invaluable para los historiadores sobre la organización y las actividades de los intentos de guerra biológica. Curiosamente, ninguna de las ediciones en idiomas extranjeros de este libro tenían algún dato sobre su número de tiraje - solamente la edición rusa dice que cerca de 50.000 copias fueron publicadas. El abogado que llevaba el caso en los juicios de Jabarovsk fue Lev Smirnov, que había sido uno de los querellantes soviéticos de los juicios de Nuremberg contra los doctores nazis que habían cometido atrocidades humanas en experimentaciones similares en los campos de exterminio como Auschwitz y Dachau.
Los galenos y comandantes del Ejército Imperial Japonés que habían perpetrado las atrocidades del escuadrón 731 recibieron sentencias de 2 a 25 años de reclusión en campamentos de trabajo de la corte de Jabarovsk.ç
El escuadrón 731 en el cine
La película gore Los hombres detrás del Sol (Tun Fei Mou, 1988) muestra las atrocidades cometidas por el Escuadrón 731. La película está hecha en honor a las víctimas con la intención de que no se olvide lo que pasó. Su título original es "Hei tai yang 731".
La Película Filosofía de una navaja titulo original Philosophy of a knife, dirigida por Andrey Iskanov y estrenada en Junio 2008, también habla sobre las atrocidades del Escuadrón 731 o Unidad 731. De igual manera la película esta dedicada a las victimas, con la intención de que no se repita, aun siendo en nombre de la ciencia, como se llego a decir en su momento.
fuentes: http://www.jesus-is-savior.com/Disturbing%20Truths/unit_731-japanese_evi...
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